En la ambulancia acompañaba a Marcos la mujer que le había rescatado, Clara. Su cara sonriente inspiraba confianza, cogía de la mano a Marcos y le contaba cosas sobre su familia para que el niño se sintiera mejor. Marcos pronto se sintió mejor y empezó a recordar lo que le había pasado.
Cuando llegaron al hospital estaba su madre esperándolo. Desde el colegio la habían llamado para comunicarle lo sucedido y en cinco minutos había podido llegar al hospital porque su restaurante estaba muy cerca. El niño sintió un gran alivio al ver allí a su mamá y entonces se dio cuenta de que agarraba con fuerza la moneda que se había encontrado al salir del coche esa misma mañana. Le dolía la mano de tenerla apretada y hasta ese momento no había sido consciente de que la tenía ahí.
María, la madre de Marcos abrazó a su hijo y se sintió feliz al ver que su hijo estaba bien. Marcos le explicó que cuando sonó la alarma de incendios y Ana mandó salir a todos de clase, él se tropezó con la silla y al caer al suelo se golpeó la cabeza contra una mesa perdiendo la consciencia. Justo cuando iba a contar la parte más increíble de la historia, llegó Isabel, el médico de guardia, para reconocerle.
Isabel le hizo unas cuantas pruebas y decidió que debía quedarse en observación toda la noche, pero que era por precaución, porque aparentemente todo estaba bien. Le llevaron a una habitación y allí se quedó dormido por el cansancio y los medicamentos que le habían dado.
Cuando Marcos despertó, Pau, su hermano, estaba sentado junto a él.
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